Para Stephan
AUNQUE LA CIENCIA TODAVÍA NO LO HAYA COMPROBADO, los futboleros sabemos que hay una parte especial del cerebro que se usa exclusivamente para archivar recuerdos de goles importantes. Esta vasta videoteca personalizada está compuesta por decenas de grabaciones de entre 10 y 15 segundos que contienen imágenes de cabezazos precisos, toques sutiles, tiros libres exquisitos, o bombazos demoledores a los que se puede acceder tanto de forma voluntaria como con algún estímulo casual.
Además de la imagen del gol, cada video viene acompañado con información pertinente, en especial si el gol lo vimos en vivo. En estos casos, el archivo contiene metadata que nos informa donde y con quien vimos el gol, y como nos sentimos al verlo. Este sistema de archivado es tan perfecto que funciona hasta cuando el resto del cerebro deja de hacerlo – como en momentos de extrema calentura o borrachera feroz – casi como si fuese una versión de YouTube que carga aunque la conexión a internet esté caída y todos los servidores del universo hayan colapsado.
Gracias a este sistema, si algo en mi vida me hace acordar al Mundial de Alemania 2006, por ejemplo, mi mente de inmediato busca el archivo MaxiRodríguezMéxico.avi, que no solo contiene el video del tremendo derechazo que nos llevó a cuartos de final de aquel mundial, sino que también me recuerda que vi el partido en casa de Axel, junto al Tano, Fusti y Bryan, y que después de sellada la clasificación fuimos a celebrar con una multitud que había cortado la Avenida Libertador frente al McDonald’s de Acassuso. En contraste, cada vez que paso frente a un IKEA o como sushi, se abre involuntariamente Svensson2002.avi, que contiene recuerdos tristes de una madrugada fría y solitaria.
Hasta hace un mes, este sistema de archivado había funcionado siempre a la perfección, pero desde hace un par de semanas que sospecho que algo anda mal: cada vez que un estímulo casual me hace repasar la videoteca para encontrar algún gol, el buscador escupe siempre el mismo video: JuliánMaidana.avi.